Ver para creer: ventajas de Novec 1230
Los avances en tecnología aplicada a la extinción de incendios progresan cada día y cada vez se descubren más y mejores soluciones con este fin. Así, por ejemplo, destaca el caso de Novec 1230, un agente gaseoso respetuoso con el Medio Ambiente que sustituye al gas halón, tan perjudicial para la capa de ozono ya que contienen bromo, el átomo más agresivo para la capa de ozono.
¿Qué es Novec 1230?
Novec 1230 no es un gas cualquiera. Patentado por la empresa 3M (sí, la ‘madre’ de los conocidos papeles autoadhesivos Post-it), es un gas líquido con apariencia de agua que ha revolucionado al sector, ya que permite apagar incendios sin mojar en realidad ningún objeto. Además, no es tóxico ni en caso de contacto con la piel ni por ingestión. Y, por si todo esto fuera poco, Novec 1230 vela también por el Medio Ambiente. Nada mal, ¿verdad?
Ventajas de Novec 1230
Novec 1230 es la solución perfecta para sustituir los extintores de gas halón, prohibidos tras las decisiones del Protocolo de Montreal con el fin de preservar la capa de ozono de la Tierra. Pero esta no es la única ventaja (aunque claro está que es la principal). Hay otra larga lista de mejoras que, junto con las presentadas en líneas anteriores, hacen de este gas una herramienta ideal para sofocar casi cualquier incendio. Aquí os dejamos algunas de sus ventajas más destacables:
- Novec 1230 es un agente preciso ideal para lugares considerados de ‘riesgo especial’ donde la seguridad personal prima ante todo lo demás. Este es el caso de sitios públicos como museos, oficinas, bibliotecas, hospitales o bancos.
- Además de velar por las personas protege también todos aquellos productos que se encuentran en el interior de una habitación, manteniendo intactas todas sus propiedades de funcionamiento. Esto lo convierte en un elemento crucial para preservar lugares como salas de motores, salas de generadores, salas de pintura, salas de bombeo, talleres y zonas de almacén, principalmente.
- El tiempo de vida que tiene Novec 1230 es de cinco días, mucho menos que los gases hidrofluorocarburos, que se mantienen en el ambiente entorno a 30 años.